jueves, 30 de agosto de 2007

YA NO SABEN QUÉ INVENTAR


- Verder tonterías, nunca fue tan fácil -


Dogmáticamente, todos nos encontramos en la constante búsqueda de la felicidad. Claro, ella goza de infinitas definiciones y centenares de “recetas para obtenerla”. Existen quienes aseguran haberla hallado y encantados por su efecto grato, se adormecen fanáticos en los desbocados brazos del consumismo. Así es. Una tarjeta de crédito y unos cuantos billetitos verdes permiten a muchos comprar la gloria.

El consumo excesivo no conoce límites. Con el paso del tiempo, justificarlo es más sencillo. Tanto las industrias, como las demandas se tornan más creativas y la publicidad parece aproximarse al consumidor. ¿Será, más bien, que es el consumidor quien es más dócil frente al efecto persuasivo? No lo sé.

Mi sorpresa fue toparme con un nuevo juguetito del mercado. Su nombre es “The Easy Button” (el botón fácil). Una demencia de producto. Se compone de un gran botón rojo, sobre una base platinada, que posee estampada la palabra “easy” (fácil) en su parte superior. Al oprimirlo, se escucha a una alegre voz femenina, que dice: “That was easy”, lo que significa: “Ha sido fácil” (existe también su versión en español). ¡Eso es todo lo que hace el aparatito! Pero lo más grave, es que ¡existen personas que lo compran! Lo juro, conozco un par de seres humanos que aseguran NECESITAR un easy button, Carlos G. Sucre, por ejemplo. “Todo sería más fácil” afirma convencido.

Fácil… sencillo es ver cómo la gente gasta 5 dólares en cualquier basura. El ineludible botoncito - pensado y creado por Staples - no hace absolutamente más nada. Reproduce el “That was easy” o el “Ha sido fácil” y punto. ¿Necesitamos un botón que diga eso? Si es así, estamos mal.

Increíblemente sus ventas son exitosas. Lo adquieren desde niños que van a la escuela y hacen tablas de multiplicar hasta altos ejecutivos con cantidad de “stress de oficina”. Sorprendente. Considero un lujo poder comprar un botoncito tan inútil. Basura inorgánica, le llamo.

Sin embargo, madurando el asunto… Pensé - sonriendo en mi sarcasmo - en posibles personajes que podrían haber sacado provecho al juguete en cuestión. Aquí les van:


Hugo Chávez: “Reformar la constitución e instalarme hasta que se me antoje en el gobierno venezolano… (push button / oprime el botón)… That was easy”.


Lorena Bobby: “Cortarlo como un suave pedacito de carne… (push button)… That was easy”.


Osama Bin Laden: “Tumbar unas torres gemelas… (push button)… That was easy”.


Paris Hilton: “Ser cantante, modelo, actriz, escritora, estrella porno, cualquier cosa… (push button)… That was easy.”


Guido Alejandro Antonini Wilson: “Meter 790 mil dólares en un maletín y llevarlos de paseo a Argentina… (push button) … That was easy”.



Milli Vanilli: “Ganar un Grammy, sin necesidad de cantar, es cuestión de doblar… (push button)… That was easy”.


Caldera: “Poner en libertad a Chávez y, bueno, cagarla… (push button) … That was easy”.


Laura Bozzo (Laura en América): “Hacer un talk show donde se embasure a la audiencia y se alimente el morbo provocado… (push button)… That was easy”.


George W. Bush: “Justificar una “pequeñita” guerra contra Irak … (push button)… That was easy”.


Yasuri Yamileth: “Componer una canción… (push button)… That was easy”.


Luciano Moggi (Juventus): “Hacer corrupción en la liga italiana… (push button)… That was easy”.


Etc, etc, etc, etc....

Imagino que tendrán sus propios personajes a los que se les hace la vida fácil...
...........................................................................

ANEXOS:
1.

www.staples.com


2.

Carlos G. Sucre RG II 2007 dice: (03:23:50 PM)
claro!
Carlos G. Sucre RG II 2007dice: (03:23:53 PM)
yo QUIERO un easy button!
Carlos G. Sucre RG II 2007dice: (03:24:02 PM)
mi vida ahorita es muy pelua
Carlos G. Sucre RG II 2007dice: (03:24:05 PM)
yo quiero easy!


martes, 21 de agosto de 2007

El GENEROSO DR. WUZ

Esto sucedió realmente. Incrédulos o interesados llamar a
Dr. Wuz al número en pantalla.


Ni se compra ni se vende el cariño verdadero. Ése se regala. Les presento a Dr. Wuz. Un hombre infinitamente generoso al que se le antojó regalar su yate. Así mismo: ¡Yate Regalado! No se trata de una lanchita cualquiera, nada de eso. Hablamos de una embarcación de 55 pies, un bote de madera enorme.
El tipo en cuestión reside en Marco Island, islita pulcra del estado Florida, popular por sus playas y tradición pesquera. Hace algún tiempo, Dr. Wuz se encargó de colocar, en ciertos puntos estratégicos, panfletos donde ofrecía gratuitamente su yate. En el papelito, tamaño carta, se mostraba la imagen de un lindo barco sobre las aguas tibias del mar. Conjuntamente, indicaba un número telefónico al que debían llamar los interesados en recibir el obsequio.
Rolando confesó sentirse atraído por la noble oferta que exponía el panfleto. Alcanzado su medio cupón de años y confiando en que “en el mar la vida en más sabrosa”, o por lo menos más entretenida que en Miami, detuvo su carro en plena avenida. Allí se encontraba una vieja camioneta, blanqueada por el sol, forrada con los mismos panfleticos que había observado anteriormente al costado de la carretera.

Descubrió a Dr. Wuz detrás de una barba extensa - como la de un nomo – sombrero de pescador, camisa estampada y acomodado dentro de su vehículo rotulado. Fue Wuz quien le hizo saber que era doctor. “Nice to meet you, Dr. Wuz”, dijo Rolando y comenzó a disparar preguntas cual periodista.
Wuz comentó ser activista político. Pronto realizaría una gira en búsqueda de estrategias para abrir comercio con Cuba. Se declaró científico inventor. Rolando también lo es, por lo que crearon rápidamente cierta empatía. Mostró entonces el fulano regalo que ofrecía. Para sorpresa de Rolando, éste no tenía absolutamente nada que ver con el de la foto. “Estrategias publicitarias” explicó Wuz. Ciertamente, se trataba de un yate de 55 pies, aunque a diferencia del de la foto, poseía un hueco descomunal en su parte inferior y por ende, la mitad de él se encontraba sumergida en el mar. “Se puede arreglar. Sólo hay que esperar a que baje la marea, ir con una planta eléctrica portátil, herramientas, algo de madera y tapar el hoyito”, esclareció el donante barba blanca.

Rolando disfrutaba la conversa. Le parecía un cuento entretenido de esos que publica la gente en los blogs. Se encontraba de lo más divertido, mientras su esposa lo esperaba y observaba desde el auto a un costado del camino. “Está loco el viejo ese. Yo no me bajo ni a patadas. ¿Qué tanto hablará Rolando con ese señor?”, pensó Gabriela.
“Dr. Wuz, una pregunta: ¿Por qué invertir tanto tiempo y energía en promocionar un donativo como este?”, interrogó Rolando.
Wuz bajó la mirada y reveló, algo enfurecido, que el Estado de la Florida le ordenó retirar inmediatamente la embarcación del mar. De no hacerlo, será penalizado con una multa de 30 mil dólares. “Los corruptos esos. ¿Puedes creer que ni siquiera me dejan quemarlo? Sería más fácil. Definitivamente, unos tramposos. Me multarán y luego vendrán ellos mismos a quemarlo, para lograrlo sacar. Sin embargo, ¡tú tranquilo que estás a tiempo! El barco no está tan mal que digamos. Hasta podrías dejarlo ahí y construir encima de él un condominio, por ejemplo. No utilizarías la parte inferior, claro, por aquello de que está hundida en el agua”. Así fue como Dr. Wuz anotó el número celular de Rolando, lo despidió simpáticamente y se excusó por su corto tiempo de atención. Debía pues, ir a bailar – Sí, así mismo: bailar - en un restaurante del pueblo donde presentan música country desde la una hasta las siete de la noche. Se marchó con su ancha sonrisa, confiado de haber hallado, finalmente, a un arriesgado marinero. Mientras, Rolando partió con una divertida anécdota para contar.

jueves, 16 de agosto de 2007

TODO ES CULPA DE SERRAT



¿Cursi yo? Siempre. La Pichu es de esas amigas que “vienen con cada vaina”, como diría mi papá. En estos días, le dije con mi inocencia acostumbrada que se asomara - si le daba la gana y sólo si le daba – por mi blog. Lo estoy retomando.
Para mí es bastante extraño esto del blog. Me suena (sonaba) a diario personal y he tenido funestas experiencias con los diarios. Por ello, me es tan importante escuchar comentarios de los mejores críticos: mis amigos. Ellos no vacilan en avisar cuando hago el ridículo. (Por cierto, hace poco ingresé en Youtube y me pregunté “¿Por dónde andarán los amigos del Puma?” Véanlo. Llegarán a la misma interrogante)
La Pichu, muy sincera, me explicó que había intentado leerlo; pero que - como suele suceder - justo en ese instante, había caído un meteorito en el jardín de su casa y su lectura fue interrumpida. Además, tuvo que atender a esos gringos de la NASA que llegaron sin avisar. Fruncí el ceño. Coloqué la carita roja de MSN y le ordené que lo revisara.
“Te prometo revisarlo al final de la tarde”, me dijo, como queriendo agregar la palabra “coño” para culminar su frase. Satisfecha con su promesa, me dispuse a salir del chat. Sin embargo, la Pichu velozmente agregó: “Vero, lo único que alcancé a leer – antes del incidente del meteorito - fue ese nombre tan cursi que le pusiste al blog”. Y descaradamente, fue ella quien se desconectó. Me quedé perpleja frente a la pantalla un par de segundos. ¡La verdad es que es sumamente cursi y no lo había notado! Cuéntale a tu corazón, se llama el fulano blog. ¡Vaya, qué rosa la vaina! ¿Cursi yo? Ahora que lo noto… ¡Cursi y media!
Aunque esto... esto es culpa de Serrat y una de sus mejores canciones, titulada Sinceramente tuyo. Aquí se las dejo. Seamos cursis y felices, por favor.

-----

Joan Manuel Serrat - Sinceramente Tuyo
No escojas sólo una parte,
tómame como me doy,
entero y tal como soy,
no vayas a equivocarte.

Soy sinceramente tuyo,
pero no quiero , mi amor,
ir por tu vida de visita,
vestido para la ocasión.
Preferiría con el tiempo,
reconocerme sin rubor.


Cuéntale a tu corazón, que existe siempre una razón, escondida en cada gesto. Del derecho y del revés, uno sólo es lo que es y anda siempre con lo puesto. Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio.


Y no es prudente ir camuflado,
eternamente por ahí,
ni por estar junto a ti
ni para ir a ningún lado.

No me pidas que no piense
en voz alta por mi bien,
ni que me suba a un taburete
si quieres, probaré a crecer.
Es insufrible ver que lloras
y yo no tengo nada que hacer.


Cuéntale a tu corazón
que existe siempre una razón
escondida en cada gesto.
Del derecho y del revés,
uno sólo es lo que es
y anda siempre con lo puesto.
Nunca es triste la verdad
lo que no tiene es remedio.

martes, 14 de agosto de 2007

Cochina Envidia


Miami, USA. 2007

¡Maldita sea! No es que me guste maldecir. Para nada. Tampoco es que acostumbre a escribir sobre trivialidades vividas. Para nada. Escribo sólo si me encuentro sumergida en el foso profundo de mis melancolías. No importa. Hoy escribo llena de envidia. Pero cómo no estarlo.
Pasan con su anchota sonrisa dibujada en el rostro. Ellos lo saben y lo disfrutan. Cómo gozan con la envidia que inspiran. Están en todas partes, en las farmacias, en los automercados, en los centro comerciales, en las calles, en las clínicas, en las plazas – malditas plazas – en tú casa. Están donde les da la gana. ¡Malditos!
La maldición va con todos: con los catires, los morenos, los pelirrojos, los malcriados, los consentidos, los tiernos, los futuros próceres – de cualquier maldita plaza – los poetas, los superdotados, los brutos, los encantadores, los malvados… con todos en general. Sin distinción de razas ni edades. Esto va hasta con mi hermana Isabella. Sin remordimiento de conciencia alguno, la maldigo. Así, con mi cara muy lavada igualita a la que airean ellos en sus desplazamientos furtivos. Una desgracia que comparto con mi generación y las anteriores.
La envidia mata el alma y la envenena. ¡Qué me envenene! Sería inhumano no sentir envidia. Lo siento, qué Dios sea misericordioso y me libre de mis yerros. ¿Qué culpa he de tener en esta envidia errada, si son ellos los que se me cruzan a donde quiera que vaya? Sabrá Dios hasta cuándo les durará el jueguito y el bochinche. Malditos.
¿Yo maldiciendo? ¿Quién lo hubiese imaginado? Nadie. Ni yo misma. Aún así, ni un gramo de culpabilidad se proyecta en mi cabeza cuando los miro, con todo el deseo de que se tropiecen con cualquier perol y caigan (como quien dice: “de platanazo”) directo al suelo. Sería fantástico. ¡Qué lástima que todavía no he contado con la suerte de poder presenciar el dulce porrazo de alguno de esos egoístas!
Yo los colocaría perversamente en un largo y ancho pasillo, uno detrás del otro, bien juntitos – como fichas de dominó – luego los empujaría y los vería caer uno tras otro. Como quien da una lección nacista. De nuevo: ¡Dios perdona mi odio repentino, capaz de crecer como la maleza dentro de mi noble ser!
Cómo no envidiar. Es la comodidad que ofrecen, la simpleza de su diseño, la confortabilidad que prestan, el entretenimiento que proporcionan, la alegría, el reforzamiento a la flojera descarada, son tantas las cualidades que alimentan mi amargura.
¿Por qué a mí? Por qué tuve que crecer. Por qué formar parte de una generación que se vería idiota encima de uno de esos zapatos con ruedas veloces incorporadas. Si fuese niñita me compraría un par de ellos y sería feliz. Acompañaría a mi mamá, sin chistar, a hacer aburridas diligencias; porque sabría que no existiría lugar del planeta donde cupiese el aburrimiento. Sería inmensamente feliz, como Isabella y los otros malditos niños del planeta. Esos que tuvieron la suerte de poder portar un par de "Heelys". Un descubrimiento básico, sin tanta tecnología Ipod, que se les ocurrió, un poco tarde, a los descarados inventores. ¡Tenía que ser primero el celular y las computadoras! Pues, muchas gracias por "joder el parque" a generaciones pasadas. ¡Malditos!
No se puede mostrar la imagen “http://www.flywalk.co.uk/heelys.jpg” porque contiene errores.

http://z.about.com/d/kidsfashion/1/5/I/3/HeeleysBliss2.jpg