martes, 11 de septiembre de 2007

Mi Primer día de clases en la Misión Ribas





Se aproxima el regreso a clases. Nos advierten el tráfico sofocante y las compras desesperadas de útiles y uniformes. Por ello, les dejo este pequeñísimo cuentito para que coloree esta nueva temporada escolar.




Sombra alistó los cuadernos en su cartera – mas no morral, porque estamos hablando de una mujer de 35 años – Los colocó próximos al estuche de maquillaje y a los pocos bolívares que ganó trabajando en una casa de familia. Esas que residen al este de la ciudad y requieren de “muchachas” que les cuiden los pelados.

Increíblemente, todavía podía sentir los nervios del tan conocido, primer día de clases. Leyó, por tercera vez, el papelito con la dirección del liceo: “Avenida Morán, Instituto Técnico Industrial de San Martín”.

El reloj del celular marcó las siete de la noche. Estaba retrasada. Pensó en lo terrible que es llegar tarde al primer día, sintió mariposas en el estómago y pidió a la Virgen de la Inmaculada que le otorgase éxito en los estudios. Tenía que "echar pa´lante y salir de abajo". Quería estudiar.

Al llegar, llenó una planilla que solicitaba sus datos personales. Ella había cursado, en tiempos mejores, hasta cuarto año de bachillerato. Sin embargo, se inscribió en el primero sólo por probar. Total, ahora el título se puede obtener únicamente con dos años de estudios.

“Formalmente inscrita en la Misión Ribas” sentenció un joven vestido de rojo que recibía formularios y al parecer, también daba bienvenidas. Sombra pasó al salón asignado y se adueñó de uno de los pupitres de la primera fila. Al poco tiempo, el aula estuvo llena. Eran veinticuatro alumnos, para ser exactos. Esperaban al profesor.

Entró al aula un muchacho alto, como de dieciocho años de edad. Consecutivamente, explicó su función dentro de la Misión. Él sería el encargado oficial del VHS. Sus competencias constarían de encender, colocar, adelantar, retroceder, pausar y retirar un casette de video académico.

Sombra no entendía mucho. Se preguntaba cuándo llegaría el profesor de matemáticas. Y llegó. Era un hombre canoso, trigueño, barrigón y virtual. Apareció justo cuando el joven del VHS dio play a la película. Cual artista famoso, el pedagogo aritmético se mostró en la pantalla chica del salón. No dijo nombre alguno. Solamente aclaró, en acento cubano, que su asignatura era matemáticas y ordenó a los presentes copiar lo que él apuntaría en la pizarra (del video).

Ahora, Sombra sentía el peso de sus años. Percibía la notoria diferencia entre las clases de veinte años atrás y las actuales. Transcurrió así la lección de matemáticas y Sombra sentía que los números, de hoy en día, eran más pesados y complejos. Tuvo interrogantes y las guardó para sí. Sintió pena de preguntar al profesor de la tele y saber que éste no podía contestarle. Supo que en las misiones no existía espacio para manos levantadas y preguntas reflexivas.

Al final de la clase - matemática a la cubana - la pantalla se mostró negra con numerosas letras blancas. El muchachito del VHS les explicó que esos eran los apuntes que debían copiar, y así lo hicieron. Tres videos vieron Sombra y los otros veintitres alumnos, en su primer día. Tres distintos profesores virtuales, que hablaron durante 45 minutos, sin interrupciones. Matemática, inglés y lenguaje fueron las materias vistas en esa primera experiencia.

Sombra sintió frustración consigo misma, sobretodo, por inglés. Creyó culpable a su edad y la falta de práctica. Llegó a pensar que, posiblemente, ella no comprendiese mucho el cubano. No tuvo respuestas a sus dudas y tampoco encontró quien se las brindara.

Al partir, Sombra recibió tres folletos. Eran guías de estudio. Preguntó al joven de rojo cuándo serían las fechas de los exámenes. “¿Exámenes? No los hay. No hacen falta. El conocimiento no se mide en calificaciones” explicó. Asimismo, le comentó que posiblemente organizarían una convivencia al final del curso. Allí, un recreador haría una pregunta a cada alumno. De esta manera, se evalúa la efectividad de la misión y se establece un "control".

Sombra se dirigió a la parada de carritos por puesto. Estaba algo confundida. Se cuestionaba sobre su posibilidad de aprender realmente. También, entendió que eso de "salir de abajo y echar pa´lante", cuesta mucho. Por lo pronto, llegaría a su casa, serviría la cena a sus cuatro hijos y les preguntaría qué tal estuvo ese primer día de clases. Necesitaba hacer comparaciones. Debía pensar en el futuro de sus pequeños. Ya ella se veía perdida.

Testimonio de Luz Mar Colmenares.

8 comentarios:

César dijo...

Sad but true!
Pasando a visitar y a saludar

Nina dijo...

TQQQQQQQQQQQQQ!

Luciano Federico dijo...

Esto me hace pensar la envergadura del proyecto bolivariano... Sad but true? Vergonzoso. Hoy mi hermano me hablaba de ególatras que llevan su ideal como lo único; el axioma de una "República". Ególatras de su ignorancia, restregarán su manera de "vive fácil y en la mierda" a cualquier persona que llegue a confiarles o las que tienen que caer en sus manos sin alguna otra alternativa.

tiko dijo...

mas que un cuento, es la historia de la roja vida real. somos, por desgracia, el gran bazar de conciencias

La Comedia Local / Enfoque Producciones dijo...

Qué triste verdad? la "preparación" que reciben aquellos que quieren "aprender"
Eso que escribes es una anécdota de la realidad educativa del país...

Jefferson dijo...

Llego a tu Blog por coincidencia de lecturas en otro site parecido. Veo con gran resignación que lo que escribes es muy cierto, ese es el futuro "revolucionario" de la educación venezolana.

Además de eso, puedo ver que tus posts previos son muy bueno. En realidad es gratificante encontrarse textos frescos que leer.

Seguiremos pasando por aquí.
Jefferson.

Ana Sosa M. dijo...

Que bolas la situaci[on del pais, todo esto me da mucha tristeza y escalofrios por todas partes... amiguis ya tengo mi horario y queria hablar contigo a ver si sabes que tal esFernando Nunez y Yesmin Sanchez (en informatica y redaccion para los medios respectivamente) xfa cuentame para saber@

gracias babes, love you@
anita

pd. muy bien escrito, like always@

Federico Santelmo dijo...

Me tienes olvidado :(