martes, 21 de octubre de 2008

Puntos Cardinales de una mujer redonda


A mis espaldas, el televisor encendido; programación: Discovery Home & Health, o como yo lo llamo: “el canal de las mamás”. A mi izquierda, Leo Felipe dormido/rendido/roncando y cumpliendo veintinueve años. A mi derecha, el celular/reloj que marca las dos de la mañana. Sobre mi cabeza, el aire acondicionado al que le cuesta arrancar luego del apagón eléctrico de ayer. A mis pies, el piso de parquet sin limpiar y por el que tuve que ahorrar muchos meses para colocarlo. Al frente, la pantalla y lo que escribo. Y justo en mi mitad, la mitad de mi cuerpo, cerquita del ombligo: mi bebé.



Justo la noche de hoy, Leo y un amigo discutían sobre la existencia real del tiempo. Argumentaban sobre el pasado “que siempre pasa y es lo único que existe” y el presente “que es lo único que tenemos porque todo lo demás parte de él”. Cada quien apostaba a su tiempo verbal. Leo al pasado, Lobo al presente. Yo, como siempre he creído que el tiempo es una construcción humana (una palabra) necesaria para comprender nuestra existencia (nunca he visto dos minutos guardados en la cartera de nadie), no jugaba a favor de ninguno de los ponentes. Aunque cabe acotar que siempre me ha divertido las discusiones de fuente de soda, donde dos opositores intelectuales (con 30 cervezas encimas) discuten - a lo griego – para no llegar a ningún punto de encuentro más que la justificación de sus creencias irrefutables. Y ahí estuvieron.

Pensaba, “Mis veintidós años se han ido lejos y todo se convirtió en nueve meses; ¿es eso pasado mezclado con futuro y un toque de presente? ¿qué importa si fue a los ocho años que descubrí el efecto invernadero y me aterraba la idea de la contaminación? ¿cuánto valen los logros de mis diecinueve? ¿Fue ayer que dije una frase inteligente o fue hoy que se me ocurrió un negocio creativo?”. No importa. Sólo vale que mi barriga esté más levantada del lado izquierdo que del derecho porque ahí se acomoda mi bebita; tal vez sea una rodilla aquella pequeña montañita que se asoma cerca de mis costillas; mi corazón late más rápido que nunca; tengo que ir al baño; siento el pecho apretado y la respiración forzada; odio estar sentada en una silla incómoda porque ahora me pesan más las piernas; se mueve… sí, se mueve… mi bebé se mueve… y sólo cuando ella lo decide… mi bebé decide... mi cerebro no controla sus movimientos… ella está en mí … gran parte de mi cuerpo puede ser controlado por mi cerebro… ella no es mi cuerpo, es el suyo… dentro del mío. Y ahí, mi propia discusión filosófica sin contrincantes.



Estar embarazada es toda una aventura y la gente lo hace aún más extravagante. Es que los embarazos se transforman en un fenómeno colectivo, una locura de masas. Anoche soñé que mi bebé, al nacer, era una bebé compartida y que una amiga me solicitaba que me largara porque era ella a quien le tocaba acostar a mi hija (nuestra bebé). Desperté amargada y con ganas de pegarle un golpe a mi amiga. “Esas son las hormonas” explicarían las más entendidas de la materia (esas que nunca han tenido hijos pero saben más que el obstetra). Resulta que el embarazo transforma a la mujer embarazada en un buda hormonal al que todo el mundo le debe un consejo. Eso puede ser una pesadilla de meses.

Hace poco subí al ascensor de un centro comercial. Una señora perfumada también subió a él en el piso siguiente. Acto seguido, fijó su vista en mi barriga, para luego impulsivamente comenzar a sobármela mientras emitía velozmente un montón de sonidos. Mi olfato deductivo (el cual se ha desarrollado) me hizo suponer que preguntaba “¿cuántos años tienes?; ¿es niña o niño? Y cuéntame ¿tienes antojos?; Ay, pero no parece que tuvieras tantos meses; ¿cómo se llama tu obstetra? ¿Carlota? ¿Por qué Carlota? etc., etc., etc.”.

Piso cinco, desciendo con la camisa arrugada y con ganas de haberle preguntado a la señora de dónde era que nos conocíamos. Supuse que se trataba de un karma y aquello de las vidas pasadas. Quién sabe, capaz ella fue mi tía abuela. Ojala (pensé) ella y yo hayamos pertenecido a una tribu carnívora y me la haya comido en el invierno. Entonces ahí tendría sentido el por qué de su fijación con mi barriga. Y no es que sea antipática, es que el tema es invasivo. Nunca antes había visto a esa señora o por lo menos no en esta vida.


Ni hablar de las numerosas interrogantes populares y profundas: “¿cómo supiste que estabas embarazada?” y dicha pregunta proviene de alguna inteligentísima chica de veintitrés años, que al parecer no cursó Educación para la salud. "Si yo tuviese cuarenta y dos, sería probable que haya confundido menopausia con embarazo. Pero a mi edad y viviendo con mi pareja, basta con notar que presento un retraso en mi periodo menstrual". "Ay, yo sólo pregunto. ¿Y ... sí te ha dado por eso de los cambios de humor, no?" . "Claro, porque desde que estoy en estado la gente se ha vuelto más preguntona (por no insultar a nadie), parece ser parte de los síntomas (colectivos)" etc., etc., etc...

La verdad es que a mí no me interesa si hay tráfico. Sólo me pregunto si mi bebé se sentirá incómoda mientras permanezco horas en el carro. No me importa si me duele la espalda, mientras ella se mueva todos los días, diciendo “aquí estoy, mami… fuerte y sana”. No me afecta el insomnio mientras sirva para leer o ver el canal de las mamás. Me valen poco las imprudencias humanas mientras no me golpeen en la barriga con alguna cartera o codo.



Mi vida - TODA ELLA: pasado/presente/futuro - se resume en nueve meses. En lo que siento en mi interior (literalmente). En la ansiedad y la alegría como sinónimos de circunferencia, en el nombre Carlota, en el ADN de Leo que guardo en mi vientre, en las ganas de conocer a mi bebé, en que ahora somos tres y el resto es cualquier cosa, en que las felicidades se comparten sólo con aquellos que realmente nos quieren y en que de pronto mis puntos cardinales se vuelven centro; centro norte; centro sur; centro este; centro oeste… centro ombligo.


9 comentarios:

¿Qué es esto? dijo...

Despertar con la resaca de las cervezas y leer esto es el mejor regalo que me has podido dar... Otra vez con la razón y esa barriguita que me enamora, te impones. Sí, el tiempo no existe, te escribí hace un año y medio para que me conocieras, pero ayer había que llevarle la contraria a alguien. Gracias hermosa, por hacerme feliz. Amo tu dulzura, tus ojitos cuando me miran, tus ganas de crecer, tu amor grande. Eres el ombligo de mi ombligo, aunque no haya nadie allí adentro. A ti y a Carlota yo le voy a dar todo lo que pueda de bueno. Feliz no cumpleaños.

Anónimo dijo...

Vero! qué bello lo que escribisteee!!
te quierooo comadree!!
quiero a la Carlot ya!!!!!!!!!!!!! tengo hasta pensado excusas en el trabajo para irla a ver todos los días cuando nazca!!..
un beso comadree!

ArrozConMango dijo...

Verooo
qué bello esto!
Buenas vibras y bendiciones para esa bebita!
Espero ver foticos.. Ya falta poco!
un abrazo

Noelplebeyo dijo...

Felicidades. Gran descripción de lo que uno no podrá sentir. Saludos desde España. Pásate por mi blog y observa el video de Acción contra el hambre. Necesita difusión. gracias

¿Qué es esto? dijo...

Te amo, te amo, te amo, te amo... Ya falta poquiiito.

Beatriz E. Moreno dijo...

Suerte en todo lo que la vida todavia le queda pr traerte porque esto es solo el comienzo! Suerte un beso!

Rafael Valladares de la Santa Cruz dijo...

Uhm, bueno, la verdad que no tengo estómago para ver Discovery Home and Health. En vez de llamarle el canal de las mamás preferiría llamarlo el canal de las operaciones horribles
Saludos

Anónimo dijo...

pfff. no hay liga. hermoso. (tears) carlota rockea.. <3

Anónimo dijo...

Il semble que vous soyez un expert dans ce domaine, vos remarques sont tres interessantes, merci.

- Daniel